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martes, 17 de febrero de 2009

La sequía solamente ha dañado el 10% de la cosecha: Precio de la soja 8 de Enero del 2008 910$, precio 10 de Enero 2009 930$


Una propuesta descabellada para la política agraria

17-02-2009 / La sequía solamente ha dañado el 10% de la cosecha, según cifras preliminares.
Alejandro Rofman


Hemos estado haciendo varias contribuciones en este diario para un mejor conocimiento de nuestra realidad agraria contemporánea. Con este aporte ingresamos en el análisis de estrategias de desarrollo que satisfagan objetivos de crecimiento social y ambientalmente sustentables y una justa distribución de la riqueza y el ingreso en el agro argentino.Un primer paso consiste en discutir acciones de corto plazo que abran paso a decisiones de mediano y largo plazo y que se encuentren incluidas en estas últimasLa grave sequía que afecta parcialmente a la actividad del agro argentino y el debate aún inconcluso de la apropiación de la renta extraordinaria de la tierra fruto de la devaluación del 2002 y del aumento de los precios internacionales de los commodities ha planteado un nuevo conflicto con las cuatro entidades que actúan en representación de los dueños de la tierra en la Pampa Húmeda y algunas provincias adicionales.Nuestra postura para lo inmediato de la política agraria se resume seguidamente. El deterioro de los precios de los commodities agrícolas, con motivo de haberse pinchado la burbuja financiera que los envolvía ha supuesto volver, con una leve mejoría, a los precios de inicios del 2008 que fueron de $910,20 la tonelada de soja (8 de enero, según Clarín Rural). Así, en la ultima cotización disponible (10 de enero de 2009) el valor en el mercado argentino resulta ser de $930 la tonelada, deducidas las retenciones. Es un valor superior al de septiembre del 2007: $805 la tonelada. Desde el 2001, en que la soja se cotizaba internamente a $200 la tonelada, el incremento ha sido de casi 500 por ciento. No hay costo interno que haya experimentado tamaño aumento. Y si la comparación se hace con el mejor mes del 2008, en que llegó a $1.200, téngase en cuenta que los insumos también se desinflaron. Los agroquímicos descendieron, por la caída del precio del petróleo y del gas, entre un 30 y un 50%, y la renta de la tierra también sufrió una reducción singular por la caída del monto de los arrendamientos (alrededor de un promedio del 40 por ciento). Por otra parte, los medianos y grandes productores de soja todavía conservan, en sus silos, alrededor del 25 al 30% de la cosecha anterior, a la espera de reducción de retenciones o suba del precio. Esto último ocurrió en enero y febrero.Es por ello que resulta totalmente injustificada como política de corto plazo cualquier baja de retenciones, pues si ello ocurriese se añadiría ganancia a un negocio que funciona muy bien y se premiaría a los grandes grupos económicos con un incremento en sus utilidades nada menos que del 35 por ciento. Además, la sequía solamente ha dañado –estimación muy preliminar– el 10% de la cosecha , dato que está ahora en dudas por las fuertes lluvias de febrero y porque proviene de los que quieren cobrar beneficios extraordinarios.En cambio, la política hacia los cereales requiere una atención especial. Tanto el trigo como el maíz han sufrido mermas de alrededor del 30 al 40 %, dañando especialmente a los pequeños productores. Es deseable estimular cuanto antes un renacer del cultivo de ambos cereales, más aún si la actividad está en manos de la pequeña producción agraria.IMPACTO. Finalmente, la ganadería que se alimenta con pasturas, frente a la sequía, ha tenido serias mermas. Es de hacer notar que el 50% de la alimentación del ganado vacuno en nuestro agro, hoy en día, se satisface con alimentos balanceados, en feedlots. Para los establecimientos respectivos la sequía no ha producido impacto alguno.Como cierre de este análisis previo, cabe recordar que en nuestro país un muy numeroso conjunto de alimentos y cultivos agroindustriales obtienen su recurso hídrico del riego, alimentado por cursos de aguas en superficie o por pozos semisurgentes.La producción nacional de aves, huevos, cerdos y corderos, entre otros, ya dejó de ser una actividad a campo abierto y se concentra en establecimientos industriales sobre la base de productos balanceados. La producción de fruta como la pera, la manzana, los frutales de carozo, la uva, el olivo, gran parte de los cítricos, un segmento importante del tabaco, las verduras, la hortalizas y las legumbres, para citar los más conocidos, usan en proporción total o parcial, agua de superficie o subterránea para obtener el necesario aporte hídrico.En suma, la política a corto plazo implica auxiliar decididamente a unos 60.000 dueños de la tierra o arrendatarios ubicados preferentemente en la Pampa Húmeda y Chaco y Corrientes (un 20% del total de productores agrarios de la Argentina),afectados por los bajos precios y la sequía.Para salvar ambos problemas, que este año han dañado los cultivos bajo secano y los rodeos de ganadería vacuna alimentados con pasturas, es preciso actuar con una estrategia tanto de apoyo directo como de proyección a futuro. Lo que se debería adoptar, además de las decisiones en marcha, todas encuadradas en legislación disponible, sería:
Incrementar las compensaciones pecuniarias y en especie exclusivamente dirigidas hacia los pequeños y medianos productores empobrecidos, que poseen baja capacidad de capitalización. Los más grandes han tenido muy elevadas rentas y ganancias en los últimos años y deberían tener que usar parte de tales recursos para soportar una campaña insatisfactoria, como cualquier empresa capitalista.
Reducir sustancialmente o eliminar las retenciones a los pequeños y medianos productores empobrecidos que cultivan trigo, maíz y girasol para la próxima campaña y ofrecer amplios créditos a tasa de interés subsidiada a fin de recomponer el capital de trabajo. Ello implicaría un fuerte aliento a tales productores.
Sancionar cuanto antes una nueva Ley de Arrendamientos que garantice contratos de no menos de tres años con el fin de favorecer la recomposición de inversiones por parte de los arrendatarios. El 70% de la tierra pampeana productiva está alquilada, por lo que es preciso regular ese modelo de utilización que garantice sustentabilidad ambiental y adecuados ingresos para el arrendatario, siempre en la franja de la pequeña producción.
Promover un programa de utilización de agua de superficie o subterránea para productores pequeños con el fin de defenderse ante una reducción de las precipitaciones pluviales. Difundir al máximo el seguro agrario.
Garantizar al pequeño productor que la actual baja de precios de los insumos se mantenga para toda la futura campaña productiva de los dos cereales consignados y el girasol. Esta estrategia de corto plazo se corresponde con el objetivo central enunciado en la propuesta de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de elevar sustancialmente la producción agrícola en los próximos años.Frente a esta propuesta altamente redistributiva y destinada a favorecer a los sectores sociales menos privilegiados del agro pampeano se alza la demanda de las cuatro entidades que representan a los dueños de la tierra de suspender todas las retenciones por el término de 180 días. Tal demanda, a la que se han adherido entusiastamente los partidos políticos opositores que se autodenominan de centroizquierda, pero que en realidad responden a los intereses de sectores tradicionales y modernos de la derecha argentina sólo favorecería a los mayores operadores financieros que producen soja en el agro argentino.

Fuente
Alejandro Rofman
Economista, investigador del Conicet

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